El fin de una relación sentimental puede resultar doloroso y complicado. Es verdad que depende de muchos factores, como el tipo de relación que se había establecido, la vida en común, si había planes de futuro, quién toma la decisión (si eres tú, es la otra persona o ambas), el porqué de la ruptura, cómo se pone fin... Pero lo cierto es que, sean unas u otras las circunstancias, al final la manera en que se vive depende absolutamente de cada persona.

Que esta relación termine supone un cambio importante en tu vida y en tus hábitos y actividades, y puede llegar a afectarte en muchos aspectos, hasta sentirte bloqueada/o de cara al futuro. En un primer momento, puedes sentir tristeza, desesperanza e, incluso, una extraña sensación de irrealidad. Como si no terminaras de creerte lo que está pasando y pensaras que, en algún momento, todo va a volver a ser como era (o como creías que era) antes. Pueden aparecer el enfado, la sensación de injusticia, la rabia y/o la ira por lo que ha ocurrido, hacia la otra persona, hacia ti o hacia la vida misma. También, el miedo a no saber qué hacer a partir de ahora, cómo continuar adelante, cómo gestionar las amistades en común; miedo a volver a pasarlo mal y a sufrir, a quedarte sola; no encontrar motivación ni sentido a nada.

Y, cuando estás en esta situación, es muy fácil caer en la desesperación y empezar a dudar de ti misma y de tu capacidad para rehacerte y rehacer tu vida. Querer alejarte de todo (amigos, familia, reuniones sociales…) y abandonar también poco a poco todo aquello que formaba parte de tu día a día y que te hacía crecer individualmente (rutinas, deporte, pintura, viajes, lectura…).

Como ves, esto hace que las principales áreas de tu vida: personal, familiar, laboral/estudios, social, ocio, salud… terminen por verse afectadas de manera directa o indirecta.

Si estás atravesando por un momento así, ha terminado tu relación sentimental hace poco y no crees poder superarlo. Si acabó hace tiempo, pero aún no logras pasar página. O si te estás planteando ser tú quien ponga fin a la relación, pero temes al futuro y no saber cómo continuar tu vida cuando des el paso. En cualquiera de estas situaciones, te propongo que trabajemos juntas/os para afrontar y gestionar este momento. Porque, a veces, estar inmerso/a en las emociones y los sentimientos que genera la propia ruptura, te impide ver con claridad el gran impacto y las consecuencias que puede llegar a tener en tu funcionamiento vital, teniendo que hacer frente después a dificultades y problemas añadidos que lo único que harán será ahondar en tu desesperanza y malestar.

Quizá ahora no sea fácil, pero, si por un momento puedes hacer balance y pensar en todo aquello que has dejado de hacer (o que irás dejando, en caso de quedarte paralizado/a) por sentirte triste y sin ganas de nada, por falta de motivación y de energía; aquello que rehúyes, que te causa malestar y pospones; que realizas con menos implicación… seguramente puedas ver que va en detrimento de tu crecimiento y desarrollo personal; de tu estabilidad o progreso profesional y, en consecuencia, de tu situación económica; de la consecución de tus objetivos académicos; de tus relaciones de amistad; de tu cuidado físico y tu bienestar mental; etc.

Si te cuento esto, no es para que desesperes aún más, sino para que veas, con un poco de perspectiva, todo lo que puede ocasionar el quedarse estancado en una ruptura sentimental. Por ello, te animo a que des los pasos necesarios para afrontar el fin de esta relación y que no cause más estragos en tu vida. Atravesar este momento puede ser difícil de por sí, pero lo mejor es trabajar en ello y así evitar, además, que acabe afectando a más ámbitos y creando más problemas a futuro.