El verano, y con él las vacaciones, llega a su fin. Es la época en la que solemos aprovechar para desconectar y poner distancia con nuestro día a día habitual. Para coger aire y empezar con energías renovadas el mes de septiembre, mes de la vuelta al cole, a los estudios, al trabajo. Y el mes para el que, en muchos casos, nos fijamos nuevos propósitos, planes y/o proyectos.
Pero este año nada está resultando ser igual. En mucha gente se aprecia cansancio, angustia, desánimo, miedo… y, mires donde mires, todo parece estar envuelto en incertidumbre.
ECHANDO LA VISTA ATRÁS…
Hace ya medio año que atravesamos una pandemia que nos ha puesto a prueba en todos los ámbitos: sanitario, laboral, social, económico, personal.
En una publicación anterior, hablaba sobre los efectos que podía haber tenido el confinamiento que iniciamos el pasado mes de marzo. Sin duda, depende de cada persona y de sus circunstancias, pero a todos nos afectó de una u otra manera y sus consecuencias se extendieron a muchas parcelas de nuestra vida; llevando aparejados, además, altibajos emocionales, desesperación, tristeza, miedo, rabia, frustración, etc.
Con la llegada de la desescalada y la que, en teoría, iba a ser la nueva normalidad, llegó un pequeño respiro que coincidía con el verano. En estos dos meses, hemos vuelto a salir, hemos podido retomar el contacto con personas a las que llevábamos tiempo sin ver, ha bajado el nivel de alerta en la gente y también se relajaron las medidas adoptadas para frenar la expansión del coronavirus.
Pero también es verdad que, día tras día, hemos visto cómo las noticias que llegaban anunciaban un continuo aumento de los contagios. Otra vez. Y, antes incluso de terminar agosto, se han vuelto a tomar medidas para intentar controlar esta nueva expansión. Medidas que, indudablemente, alteran nuestros planes y dejan muchos otros en el aire.
Así que, sin haber llegado a tener un descanso total, enlazamos el agotamiento del anterior confinamiento y sus consecuencias con los numerosos interrogantes que surgen al poner la vista en las próximas semanas.
Esta incertidumbre prolongada en el tiempo puede agudizar la sensación de intranquilidad, angustia, cansancio, estrés… Y en algunos momentos parece que llega casi a paralizarnos.
Por todo ello, puede ser que te estés preguntando:
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¿Cómo afrontar septiembre (con la vuelta al cole/estudios/trabajo, teniendo que tomar decisiones importantes y con nuevos propósitos) con la incertidumbre que reina ahora mismo?
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¿Cómo se conjuga la necesidad de seguir con nuestra vida con la llegada (quizá antes de lo esperado) de la segunda ola de contagios y las nuevas restricciones que pueda conllevar?
PUEDE HABER UNA MANERA
Seguramente, has oído hablar en algún momento del aquí y ahora, de la atención plena, de Mindfulness. Son conceptos que en los últimos años han sonado con fuerza; a veces como reclamo, como un eslogan. Pero que son mucho, mucho más que eso.
Y ahora, con esta pandemia, la situación cambia por días. Nada es seguro. Se toman nuevas medidas sanitarias que tienen un gran impacto y esto nos obliga a vivir, en parte, día a día.
¿Puede ser esta una oportunidad para conectar con el aquí y ahora? ¿Introducirlo en nuestro modo de vida? ¿Ser capaces de dirigirnos hacia aquello que de verdad tiene valor para nosotros?
Si necesitas ayuda para afrontar esta incertidumbre, en unos días escribiré sobre cómo, desde las terapias contextuales, puedes aplicar este enfoque en tu vida. Y trataré de incluir algunas claves que quizá puedan servirte de ayuda a la hora de gestionar este momento de crisis (y, en realidad, cualquier otro que se presente en tu vida).